domingo, julio 14, 2013

El sepulturero

Andrés iba todas las tardes de invierno al cementerio a visitar al sepulturero. Ese triste lugar al que fue su esposa, ese hogar en el que se convirtió cuando su joven hijo cayó de cáncer y luego rebotó al nicho, esa casa donde también fue María, su segunda hija, que quiso abandonarlo en vida cortándose la muñeca.

Andrés iba todas las tardes de invierno a visitar a su familia y al sepulturero. Cuando una tarde fue al lugar y encontró unos jóvenes echando tierra muerta a un nicho, no pudo evitar preguntarles: y el viejo que aquí trabaja. Ellos en sorna y desfachatez le contestaron: El único viejo aquí es usted, señor. Y se retiraron rumbo al almuerzo, dejando a medio acabar el trabajo.

Andrés iba todas las tardes de invierno al cementerio y cuando una tarde al llegar vio un nicho abierto se aprestó a terminar lo pausado. Que la vida espera pero la muerte no. Y mientras echaba la tierra se dijo en voz baja:

El sepulturero... soy yo.

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