Ella durmió una tarde de diciembre susurrando no me olvides en las palmas de su novio. Se hundió en el ocaso infinito de un recuerdo menguante y reflejada en mil ventanas vino a parar a mis lágrimas. Ella se hizo el eco del silencio y la paz se hizo su verbo.
1 comentario:
Impresiona...
Las tardes de diciembre son demasiado cortas para todo. Hasta para las despedidas. Pero, se clavan en el recuerdo.
Un beso grande.
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